Los madrileños es que no paran. Nos hemos hecho con un calendario, extraído de una guía de Madrid en 1850, en que constan todas estas fiestas:

-1 de enero, recibir al Año Nuevo, claro.

- 5 de enero, grandes recorridos de juerguistas, preludio de la más civilizada Cabalgata de Reyes actual, en los que se va «buscando a los Reyes», de casa en casa, pidiendo vino. Curiosa mezcla de botellón y Halloween, y es que los madrileños van por delante de las modas.

-17 de enero, las Vueltas de San Antón: por Hortaleza y Fuencarral, mulas y caballos enjaezados van a comer la cebada bendecida, y sus dueños y acompañantes los panecillos del santo. Hoy hemos añadido perros, gatos, hámsteres y toda mascota que tengamos.

- En febrero, tres días de Carnaval, «libertad de lengua y locura», que dice el cronista. Y su culminación, el entierro de la sardina.

-15 de mayo, romería de San Isidro.

- El Corpus Christi, en que, amén de la procesión, es la fecha de la proclamación de la moda del verano, así que a las damas les faltan ojos para mirar lo que lleva la marquesa de, y la condesa de, y la señora de, que marcan tendencia.

-13 de junio, verbena de San Antonio de la Florida, con sus alfileres para contar los novios.

- Del 23 al 29, la de San Juan y San Pedro, por la Plaza Mayor y aledaños, venga guitarra, canciones y tapeo.

-15-16 de julio, verbena de la calle de Alcalá, con puestos de flores y de dulces.

- 24-25 de julio, verbena de Santiago, en su calle e iglesia, cerca de la plaza de Oriente.

- 6-7 de agosto, verbena de San Cayetano, en la calle Embajadores.

-14-15 de agosto, verbena de la Paloma. Esta, y la de San Cayetano, aunque la del santo un poco más desvaída, nos han llegado intactas. A la de la Paloma se la ha desvirtuado con rock y salsa, que todo hay que decirlo, así que le queda poco.

- 8 de septiembre, romería de la Virgen del Puerto.

- 21 de septiembre, empiezan las ferias de Madrid, por Recoletos, Atocha y Alcalá, que viene a ser una Feria de Muestras, simposio comercial y gigantesco mercadillo todo en uno: frutas y quesos, juguetes y telas, antigüedades, libros y cuadros. Nadie se pierde semejante ocasión de comprar y ver, charlar y pasear. También se abre al público el Gabinete de Historia Natural y la exposición de cuadros de la Academia de San Fernando.

-1-2 de noviembre: visita a los cementerios, con obligado consumo de buñuelos.

-15 de noviembre: en este día todo el mundo se va a los montes de El Pardo a recoger bellotas, en honor al santo del día, el arzobispo San Eugenio; aunque confesamos nuestra total ignorancia sobre la relación entre el santo mártir y las bellotas.

- Y, como remate del año, Navidad. Del 24 al 31. No se aburrían los madrileños. Porque además de las mil fiestas, los días laborables, que para algunos es un decir, podían deambular por amplia diversidad de paseos: el principal, claro, el del Prado, que Carlos III y el conde de Aranda convirtieron en uno de los mejores de Europa. Su ingeniero fue don José Hermosilla, que hoy tiene calle en Madrid, y seguro que nadie sabe quién es el homenajeado con ella. Es tan grande el paseo que lo divide en varias secciones: desde el portillo de Recoletos hasta Cibeles, con tres calles separadas por cuatro filas de árboles: hay que ver cuánto se han llevado por delante los coches y autobuses. Después viene el Salón del Prado, de Cibeles a Neptuno, con dos filas de árboles que dejan laterales para los coches de caballos, que en la guasa castiza se conoce como «Paseo de las Víctimas», que las había; y entre Cibeles y Neptuno, otro dios: Apolo. El tercer tramo es el Prado del Museo, de Neptuno al inicio de la calle Huertas, a la plazoleta de las Cuatro Fuentes, que tenían niños de mármol con patos y delfines, hoy colocados al inicio. El cuarto es el del Botánico, hasta la Puerta de Atocha. Y el quinto, el paseo de Atocha, hasta el convento de ese nombre, hoy desaparecido.Hay muchos paseos en Madrid. Y casas de pupilas o mancebías o como se las quiera llamar, que mil nombres tienen, ni se diga. De los mejores, la de la calle Mayor, frente a las gradas de San Felipe, llamada Las Soleras, frecuentada por escribientes, mercaderes y cómicos. Y las no controladas, que eran la mayoría, de Huertas, Amor de Dios, Ave María…

Que vaya nombres de calles para semejante oficio.

M.ª Ángeles Fernández

Historiadora de Arte.

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