La Carroza Negra es un coche de caballos que mide dos metros y medio de alto y data del siglo XVII; aparece catalogada con el número 9 en la relación de carruajes de las Reales Caballerizas. Dada su antigüedad y su perfecto estado, es una joya artística localizada en el Palacio Real de Madrid bajo el amparo de Patrimonio Nacional. 

La caja, de lujosa apariencia, está construida con madera de nogal, y toda su superficie está tallada con diversas imágenes de dioses y figuras mitológicas, como Apolo, Cibeles, Flora, Proserpina, Venus y Diana, complementándose el conjunto con diversos motivos vegetales. La madera fue teñida de negro para imitar el aspecto del ébano, y la riqueza de representaciones que hay en el carruaje lo convierte en una obra de gran valor, tanto artístico como económico. A tono con la parte externa, también por dentro predomina el mismo color, ya que el interior está revestido de terciopelo negro con bordados en colores metálicos que lo realzan. A fines del siglo XIX se restauró el vehículo por completo arreglándose las piezas defectuosas y renovándose los bordados.
Su origen exacto no se conoce, aunque probablemente se fabricara en Francia o Austria. Esta manufactura fue propiedad de la reina Mariana de Austria, segunda esposa de Felipe IV, que gobernó España como regenta mientras su hijo, Carlos II, fue menor de edad.

Actualmente la carroza permanece en el Palacio Real de Madrid, que es su sitio natural, pues siempre se encargó de trasladar a pasajeros reales por la capital de España. El coche fue construido ajustándose a los cánones más lujosos de su época. Los grandes y suntuosos carruajes surgieron en la corte de Luis XIV de Francia y se extendieron por toda Europa, donde eran de uso casi exclusivo de las familias reales.

Dado que la reina Mariana, su propietaria, tenía parientes en Francia, Flandes y Austria, es bastante probable que el taller que lo construyó estuviera situado en uno de estos tres países.

La vida pública de este vehículo traspasó varios reinados y, aunque no se distingue esta carroza tallada entre las pertenencias que fueron inventariadas después de la muerte de Carlos II, sí se cita en la relación de objetos que se verifica después de la muerte de Felipe V, ya en el siglo XVIII.

Más tarde, pasó mucho tiempo desmontada en piezas. Por una parte estaba la caja y, por otra, el juego de ruedas, y así se refleja en el inventario de la Real Armería, en el que se enumeran las distintas piezas sueltas.
En el siglo XIX todavía seguía desmontada, pero hacia la segunda mitad de la centuria se ensambló y se colocó junto a los otros carruajes históricos, con lo que se pudo contemplar en su esplendor el majestuoso porte de la magnífica carroza.

Una de sus últimas obligaciones públicas consistió en transportar a su morada postrera al rey Alfonso XII, que falleció en 1885, víctima de tuberculosis. Aquel día formó parte del complejo ceremonial que se había heredado de los Austrias con ligeras simplificaciones y, después de ser utilizado en el entierro, el carruaje adquirió un carácter funerario que hasta entonces no había tenido.

E. M.


IMÁGENES
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