La fuente que hoy conocemos como fuente de Orfeo ha tenido una vida ajetreada. Lo que hoy vemos es un conjunto formado por restos de distintas fuentes más antiguas, ya que la fuente original fue derribada en el siglo XIX. También la figura de Orfeo es una réplica, lo cual nos prueba que el hijo del dios Apolo y la musa Calíope no quiso marcharse de Madrid. De hecho, el Orfeo de mármol blanco que presidía la fuente original se encuentra ahora en el Museo Arqueológico de la capital.
Aunque está documentada desde 1665, la construcción de la fuente es más antigua. Fue levantada a principios del siglo XVII, durante el reinado de Felipe IV, aunque el encargo provenía del reinado de su antecesor. Su materialización fue supervisada por Juan Gómez de Mora.
Por su ubicación original, fue llamada fuente de la Plaza de Santa Cruz, fuente de la Cárcel de Corte y fuente de la Plaza de la Provincia, que es su emplazamiento actual, en el Madrid de los Austrias.
El arquitecto que la diseñó fue el mismo que concibió el Palacio de Santa Cruz, un edificio de estilo herreriano en el que hoy se ubica el Ministerio de Asuntos Exteriores, y que fue en su origen la Cárcel de Corte. Este bello edificio, que pasó de prisión a palacio, situado muy cerca de la Plaza Mayor, formaba parte de la plaza en la que tenía su ubicación original la fuente.
El conjunto está formado por un pilón sobre el que se asientan cuatro surtidores, con una columna central en cuya parte superior va colocada la imagen de Orfeo. Luce además cuatro escudos de la villa de distintas fechas: 1212, 1544, 1617 y 1967. En 1782 se renovó el primer pilón instalando uno con forma de octógono.
Orfeo aparece acompañado de un perro, representado por una figura que se hace querer por el espectador, por lo que también se conoció como Fuente del Perro. El cánido recuerda la aventura de Orfeo, que intentó rescatar a su amada Eurídice del mundo de los muertos, para lo cual tuvo que adormecer al perro Cancerbero, guardián de los infiernos, y lo hizo tocando su lira. Uno de los signos que nos confirma que la réplica no es griega (se hizo en 1998) es que nuestro Orfeo moderno sostiene un violín en lugar de una lira. Seguramente, los griegos clásicos no se ofenderían de la adaptación de Orfeo a los nuevos tiempos.
El hecho de nacer en una plaza donde estaba situada la cárcel dio pie para que los madrileños hicieran circular en seguida una letrilla, pues es bien sabido que los habitantes de la villa nunca han dejado pasar la ocasión de sacarle punta a cualquier situación, manifestando su peculiar humor castizo:
Con el tiempo, con el trato
y las malas compañías,
dentro de muy pocos días,
ese perro será gato.
En el siglo XVII, cuando vio la luz la fuente, en Madrid se suministraba el agua a través de cañerías y acueductos que traían el agua desde algún manantial para el consumo de la población. Fue abastecida originariamente por el viaje de agua de la Castellana, que era uno de los más importantes de la ciudad, y siguió siéndolo hasta principios del siglo XX. Este viaje, construido en 1612, surtía de agua a diversos barrios de la capital, donde se encontraban varias fuentes principales, ya que era el núcleo más habitado.
La fuente se inauguró en 1618, once años antes de que su diseñador, Gómez de Mora, comenzase la construcción de la Cárcel de Corte a unos metros de distancia. En esta cárcel estuvo preso, antes de ser ajusticiado, el famoso bandolero Luis Candelas, cuya huella también podemos encontrar en la ciudad.
Hoy, la fuente de Orfeo sigue atestiguando, como otras muchas, la importancia que siempre ha tenido el agua para Madrid, una ciudad que en su origen estuvo surcada por numerosos arroyos, que corrían libremente por lo que hoy es asfalto. Cuando se encauzaron a lo largo del tiempo, surgieron los puentes y las fuentes, que hoy dan un toque estético a cada rincón de la ciudad.
E. M.
IMÁGENES
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Carlos Delgado / CC BY-SA (https://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0)