La fuente de Apolo tal vez no goce de la misma popularidad que las obras monumentales de Cibeles o Neptuno, y, sin embargo, forma parte del mismo conjunto que fue ideado en tiempos de Carlos III para remodelar el Paseo del Prado. Como las otras dos, la fuente de Apolo es una obra de estilo neoclásico y se la conoce también como Fuente de las Cuatro Estaciones. Fue diseñada por Ventura Rodríguez, uno de los más importantes arquitectos de su época, y se comenzó a construir en 1780. Madrid es su casa desde entonces.

A finales del siglo XVIII, el rey Carlos III, el mejor alcalde de Madrid, promovió una reforma urbana en la que se pretendía que el Salón del Prado fuera un lugar de esparcimiento para los madrileños, adornado con bellos jardines y fuentes.

La fuente de Apolo fue el origen, hoy casi olvidado, de lo que hoy conocemos como Paseo del Prado. Cuando Ventura Rodríguez proyectó un futuro urbano más bello y operativo para la zona del Prado, también imaginó las fuentes ornamentales que embellecerían este trazado. Apolo estaba destinado a presidir el diseño original situándose en el centro del paseo y, en un principio, Cibeles y Neptuno miraban hacia ese centro antes de ser reubicados. A finales del siglo XIX se elevaron las plataformas de las dos fuentes más famosas y, desde entonces, Cibeles mira en dirección a la confluencia de las calles Alcalá y Gran Vía, y Neptuno mira hacia el Congreso, pero hubo un tiempo en que Cibeles y Neptuno se miraban entre sí, y Apolo, en medio, vigilaba sus miradas. El paso del tiempo y el crecimiento urbanístico de la zona en el siglo XX dejó esta joya neoclásica en un lugar escondido. Aunque está situada en el mismo paseo y tiene una altura de casi seis metros, su color se camufla con los edificios que tiene al fondo y los árboles ocultan su visión hasta que el espectador está ya muy cerca, lo cual la convierte en una fuente menos conocida.

Manuel Álvarez, el Griego (llamado así por su técnica clásica), empezó a construirla y fue el escultor encargado de modelar las figuras correspondientes a las cuatro estaciones. Era uno de los primeros escultores salidos de la recién creada Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Otros artistas intervinieron en el conjunto, como Alfonso Giraldo Bergaz, encargado de dar forma a la figura principal, Apolo, años más tarde de comenzarse la obra, ya que tuvo que sustituir a Manuel Álvarez tras su fallecimiento en 1797. Se cree que la obra se retrasó por la falta de piedra del tamaño que se requería.

En 1787 se pudo conseguir la llegada de dos bloques de piedra de siete toneladas cada uno, y otro de ocho para la estatua de Apolo, procedentes de la vecina cantera de Redueña, a 60 km de Madrid. Solo el traslado llevó cuarenta y un días. La fuente fue inaugurada en 1803 (veinte años después de su comienzo), con motivo del enlace del entonces príncipe de Asturias, Fernando (futuro Fernando VII), sucesor de Carlos IV.

El conjunto escultórico tiene una parte central con escalinata y el agua sale por dos mascarones que representan las cabezas de Medusa y Circe, que lo arrojan sobre tres conchas colocadas a distintos niveles y de distintos tamaños. El agua, al rebosar, se deposita en dos estanques circulares situados a ambos lados de la parte central del conjunto, que es el que acoge las principales figuras. En el pedestal están representadas las cuatro estaciones mediante figuras alegóricas. El protagonismo está reservado a Apolo, dios de la luz y de las artes, que aparece con una lira en la mano y un carcaj sin flechas a la espalda, con la serpiente Pitón a sus pies.

Las figuras que representan las cuatro estaciones portan los símbolos que identifican a cada una: una joven con un canasto de flores para la primavera, una mujer con un haz de espigas para el verano, un hombre con un racimo de uvas para el otoño y un anciano que porta un recipiente para el invierno.

Para que nadie olvide en qué ciudad se encuentra mientras la contempla, también está presente el escudo labrado de Madrid en la parte central, con un oso y un madroño y siete estrellas colocadas a su alrededor, situado entre las personificaciones de las estaciones.

En la parte frontal del pedestal, se puede leer la siguiente inscripción en forma de pergamino: D. O. M. – S. P. Q. M. – Carolo III – A. V. G. P. P. – D. D. - MDCCLXXVII.

Apolo, que se ha identificado siempre con el sol, la generosidad y la capacidad creadora, cuadraba muy bien con el papel que el monarca quería desempeñar, velando por su pueblo y por su cultura. En cierta forma, el dios Apolo, enemigo de la oscuridad y dios de las artes y la poesía, encajaba muy bien con el espíritu ilustrado que los reyes Borbones de la época querían encarnar, potenciando lo que se llamaba el Salón del Prado como un punto neurálgico para fomentar el desarrollo de la cultura y de las ciencias. La fuente de Apolo es de las primeras de estas características que se piensa para el disfrute de los ciudadanos y no de los reyes.

La fuente fue sometida a un proceso de revisión, limpieza y reparación entre los años 1991 y 1995.

A poco que nos fijemos, podemos constatar que la fuente de Apolo es el lazo que une las fuentes de Cibeles y de Neptuno, un triunvirato divino para velar por una ciudad que tiene vocación de mejorar.

E. M.

IMÁGENES
https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/3/32/Estatua_de_Apolo.jpg

Escarlati / CC BY-SA (https://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0)

https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/a/ab/Fuente_de_Apolo_%28Madrid%29_02.jpg

Luis García / CC BY-SA (https://creativecommons.org/licenses/by-sa/2.5)

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