Hay una dama en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid que lleva contemplando la vida sin pestañear desde su solidez de piedra desde hace veinticinco siglos, que se dice pronto. Sus ojos permanecen atentos, intentando descubrir cualquier cosa interesante que la vida haga pasar ante ella. ¿Cómo sería el mundo que contempló al adquirir forma? Seguramente, muy diferente al que ven nuestros ojos. Su existencia de piedra la ha llevado a viajar por diferentes lugares, pero se quedó a residir en Madrid. Y aquí permanece, estática, con la elegancia natural de quien nunca bajó la cabeza.
La dama de Elche es un busto de piedra caliza que estuvo policromado. Tiene más de medio metro de altura y pesa más de 65 kg. Ha sido datada entre los siglos V y IV a. C., es decir, que tiene más de 2500 años, y procede de una cultura tan nuestra como la ibérica.
Como tantos excitantes y misteriosos descubrimientos de un mundo que ya no existe, esta magnífica obra de arte, testigo de su tiempo, permaneció oculta durante cientos y cientos de años, hasta que en 1897, un labrador que pasaba por ahí (por La Alcudia, en Elche), la devolvió a la luz, y se sumó a otros anónimos ciudadanos que, en descubrimientos similares, un buen día, sin comerlo ni beberlo, asombraron al mundo con un regalo del pasado, poniendo en marcha a historiadores y arqueólogos y ofreciéndonos al resto algunas respuestas y muchas preguntas.
Manuel Campello, el propietario del terreno, colocó la figura en un balcón de su casa para que los intrigados vecinos pudieran contemplarla. El hecho de que apareciera con lajas de piedra que la protegían, hace pensar que fue ocultada intencionadamente, aunque se desconocen los motivos.
Nuestra dama está ricamente ataviada, con una tiara y una diadema en la frente, y los dos rodetes tan característicos a ambos lados de un rostro de gran belleza, que servirían posiblemente para ajustar el peinado. Está cubierta con un manto y con joyas y adornos que denotan la riqueza de su posición. Tal vez sirviera como urna funeraria, aunque no lo sabemos, pero la cavidad que tiene en la parte posterior, similar a las de otras piezas (como La dama de Baza) sugiere esta posibilidad. El uso de técnicas tan modernas como la microscopía electrónica y la espectrometría dispersiva de rayos X ha permitido encontrar indicios que avalan esta función funeraria.
La dama íbera empezó a viajar pronto, tal vez para compensar los milenios pasados en la oscuridad de la tierra. Y se marchó en seguida al Museo del Louvre de la mano de los estudiosos franceses, que habían visto la foto de la figura a los pocos días de aparecer. El doctor Campello, poseedor de la obra, la vendió en seguida, lo que originó más tarde cierta polémica en cuanto a las leyes que debían proteger el patrimonio nacional.
Fue presentada en París en el mismo año de su descubrimiento y desde entonces se la conoce como La dama de Elche, en referencia al lugar donde se encontró.
En 1941 volvió a suelo español como parte de un intercambio de obras de arte entre España y Francia, aunque esta vez recaló en Madrid para residir por mucho tiempo. Primero se quedó en el Museo del Prado y después, en 1971, pasó a formar parte de las esculturas del Museo Arqueológico Nacional de España, donde podemos contemplarla en la actualidad.
Muchos son los estudios a los que ha dado origen esta enigmática figura, y posiblemente serán muchos los que seguirán indagando en su misterio. Para comenzar, no todos piensan que siempre fue un busto; los hay que opinan que fue una figura de cuerpo entero en su origen.
A todos ellos, la dama de Elche les sigue reclamando atención con la silenciosa promesa de que, tal vez, si profundizamos, resolvamos su misterio. Pero entre tanto, los madrileños y los amantes del pasado, tienen una cita con ella en Madrid.
E. M.
IMÁGENES
https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/a/ac/Museo_Arqueol%C3%B3gico_Nacional_-_26207_-_Dama_de_Elche_02.jpg
National Archaeological Museum, CC BY-SA 4.0 , via Wikimedia Commons
https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/a/a9/Huerto_del_Cura%2C_Elche%2C_Espa%C3%B1a%2C_2014-07-05%2C_DD_36.JPG
Diego Delso, CC BY-SA 4.0 , via Wikimedia Commons