El Palacio Real de Madrid es uno de palacios más imponentes de toda Europa. Declarado Bien de Interés Cultural y gestionado por Patrimonio Nacional, está rodeado por los jardines del Campo del Moro, la plaza de Oriente, la catedral de la Almudena y los jardines de Sabatini. Alberga en su interior colecciones artísticas de enorme valor, como lámparas, tapices, muebles suntuosos, bronces, pinturas, esculturas, bordados de seda y frescos en sus techos. Fue residencia real en otros tiempos; actualmente, acoge banquetes de Estado de gala o la acreditación de embajadores ante el rey.
El Palacio Real es el más grande de Europa Occidental y uno de los más grandes del mundo. Tiene 3418 habitaciones, con el doble de extensión que el de Buckingham o Versalles, por ejemplo. En el interior hay pinturas de Caravaggio, Velázquez, Goya y otros pintores importantes, así como colecciones de porcelana, relojería, platería y cinco Stradivarius.
También se llama Palacio de Oriente, por lindar con la plaza de este nombre, que tiene al otro lado el Teatro Real. Se construyó sobre el solar que había ocupado el Real Alcázar, que había sido la residencia de Carlos V y de los sucesivos reyes de la casa de Austria durante los siglos XVI y XVII. Cuando en 1734 un incendio devoró el Alcázar, hubo que pensar en otro lugar para vivir.
Felipe V, el primer Borbón, ordenó construir un nuevo palacio, con el deseo expreso de que ocupara exactamente el mismo lugar que el Alcázar. La primera piedra, que se encuentra actualmente a 11 m bajo el suelo que pisa el visitante, fue colocada en 1738, y se evitó la madera, salvo en puertas y ventanas, por ser un material combustible.
Aunque el proyecto fue impulsado por Sachetti, varios arquitectos importantes participaron en obras de ampliación, reformas y decoración. Carlos III fue el primer rey que lo habitó, y Alfonso XIII el último, aunque también fue la residencia de Manuel Azaña, presidente de la Segunda República.
Algunas ceremonias y actos solemnes mantienen vivo el palacio, a la vez que permanecen abiertas para el público las colecciones artísticas y algunas estancias, cuando no coinciden con actos oficiales. Cada primer miércoles de mes, a las 12 h se produce el relevo de la Guardia Real, una tradición que se mantiene desde el siglo XIX, cuando todavía los reyes vivían aquí.
El Salón del Trono está situado a la altura del balcón central de la fachada principal, donde se encontraba el Salón de Espejos del Real Alcázar. En la parte superior de esta fachada se ven las estatuas de Felipe V y Fernando VI, bajo cuyo reinado se terminó la obra, que duró diecisiete años. También están las de sus esposas, María Luisa de Saboya y Bárbara de Braganza respectivamente. Flanqueando el escudo de España, aparecen los reyes visigodos Recaredo II y Ervigio.
Entre las 94 figuras de reyes que fueron proyectadas en origen y que más tarde se reubicaron en diferentes lugares, encontramos en la fachada de la plaza de la Armería las del azteca Moctezuma II y el inca Atahualpa. Los cuatro emperadores que flanqueaban la portada (Honorio, Teodosio, Arcadio y Trajano) fueron trasladados al interior. En lo más alto, aún se conserva en funcionamiento una de las campanas del Alcázar incendiado.
El Salón del Trono nos permite viajar en el tiempo, pues es el único recinto del palacio que permanece como estaba en vida de Carlos III: así lo conoció él y así lo utilizó, pues estaba acabado en 1772; solo se ha limpiado el fresco de Tiepolo y sustituido el terciopelo que forra las paredes, pero conservando los bordados con hilo de plata. Los espejos de la sala forman parejas y son todos diferentes dentro del mismo estilo. Las esculturas de este recinto proceden en parte de las rescatadas del Real Alcázar.
Entre muchas cosas destacables, este salón cuenta con una serie de esculturas en bronce sobre los planetas y unas estatuas que representan las virtudes cardinales, así como varios magníficos relojes. Las arañas son de cristal de roca y plata, y hay cuatro leones de bronce dorado al fuego flanqueando el dosel con el trono, obra de Lucca, que fueron traídos por Velázquez en su calidad de aposentador real encargado de supervisar la decoración.
El espacio más alto del palacio es la capilla real, con altas bóvedas y columnas de mármol negro, donde sigue funcionando todavía su órgano, del siglo XVIII.
La Real Biblioteca fue impulsada por Felipe V, en el ángulo noroeste del palacio, tiene dos plantas y alberga aproximadamente 300.000 obras impresas y unos 5000 manuscritos, 273 incunables, 3000 piezas de música y 7000 mapas geográficos.
En cuanto a la Real Botica, ocupa dos salas que fueron reconstruidas como estaban durante los reinados de Alfonso XII y Alfonso XIII. En tiempos de Felipe II, la Real Farmacia abastecía de medicamentos a la Casa Real. Los frascos son antiguos, procedentes de las fábricas de la Granja y del Buen Retiro, y hay algunos objetos de loza del siglo XVII.
Otra de las estancias es la Real Armería, una de las mejores del mundo, donde se conserva la armadura que Carlos V usó en batalla, y con la que fue retratado por Tiziano; pero también destacan el Archivo General de Palacio, creado en 1814, o las Reales Cocinas, tan antiguas como el palacio, que ocupan 2000 metros cuadrados y tienen más de 2500 objetos.
Uno de los lugares más bellos (que tiene muchos) es la escalera principal, diseñada por Sabatini, de mármol y granito, cubierta por bóvedas decoradas con frescos. Los peldaños son de poca altura para permitir una marcha ceremoniosa, y cada uno de los peldaños está labrado en una única pieza de 5 m de longitud. En la balaustrada de los dos tramos superiores, hay dos enormes leones de mármol, diferentes, uno en actitud de reposo y otro que vuelve su cabeza enérgicamente. Al final de la escalera están los bustos de Felipe V y de su esposa Isabel de Farnesio.
Entre los espacios más utilizados modernamente está el Salón de Columnas, que es el recinto donde firmó su abdicación el rey Juan Carlos I, o donde recibió el Toisón de Oro la princesa de Asturias, Leonor.
La sala contiene una serie de pilastras realzadas con columnas adosadas de fuste estriado, con capiteles que representan el Toisón de Oro, castillos y leones. La bóveda fue decorada por Sabatini, y en ella unos sátiros sostienen medallones que representan los cuatro elementos. Hasta 1879 (hace muy poco) se usó como sala de bailes y banquetes. Ese año falleció María de las Mercedes, primera esposa de Alfonso XII, y aquí se la veló, motivo por el que cambió su uso a partir de entonces. Los tapices que cubren los arcos fueron tejidos en Bruselas a principios del siglo XVII, siguiendo unos cartones de Rafael. Hay tres esculturas del siglo XVI de la serie de los planetas, que son el Sol, la Luna y Venus.
El Salón de Gasparini está primorosamente decorado por el artista que le da nombre, y que fue traído desde Italia por Carlos III con el cometido de decorar este salón donde el rey daba audiencias reservadas. No ha sufrido ninguna modificación desde que se hizo, aunque el mobiliario es de diferentes épocas. Destacan algunos objetos, como la magnífica lámpara de candelabros encargada por Fernando VII o el reloj sobre la chimenea, adquirido por Fernando VI, que tiene autómatas que bailan al dar las horas mientras un pastor toca la flauta. Fue Mattia Gasparini quien pensó hasta el último detalle, desde los suelos de mármol hasta la bóveda de estuco, así como la colgadura bordada en seda con hilos de oro y plata y los lujosos muebles.
El Gabinete de Porcelana, que fue decorado en tiempos de Carlos III está cubierto con porcelana sujeta por bastidores. El suelo, ideado por Gasparini, es un entramado de mármoles de colores de gran belleza.
Muchos son los detalles que quedan sin esbozar, muchas las obras artísticas ni siquiera mencionadas. El Palacio Real de Madrid es una obra de arte llena de obras de arte. Para quienes gusten de admirar la belleza en todas sus formas, este es un palacio para visitar. Madrid es afortunada.
E. M.
IMÁGENES
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JoJan / CC BY (https://creativecommons.org/licenses/by/4.0)
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José Luis Filpo Cabana / CC BY (https://creativecommons.org/licenses/by/3.0)