Perro negro

Paco era un perro que vivió en Madrid en el último cuarto del siglo XIX. No había madrileño que no conociera sus andanzas, pues la prensa local solía informar con frecuencia de sus paseos diarios por las tertulias de los cafés de la época. Amigo de pintores y literatos, era también aficionado a los espectáculos taurinos, donde tenía siempre un sitio reservado. Esa fue su perdición.

Don Quijote ha derrotado al tiempo. El caballero de la triste figura, nacido hace más de cuatrocientos años de la pluma de Cervantes, nunca se quedó en aquel lugar de cuyo nombre no quiso acordarse, sino que traspasó fronteras, como buen caballero andante, y llegó adonde el mar se confundía con el horizonte, y, seguramente por el conjuro de algún hechicero, viajó en el tiempo. Hasta hoy.

 

Algo tendrá el cocido cuando le cantan tanto. Y no me refiero en esta ocasión al Cocidito madrileño de Pepe Blanco, sino a otro más antiguo que estaba un poco más deslavazao. Este lo cantaba una cupletista nacida en 1894, Blanquita Suárez, muy popular en los años 20 como cantante cómica. El documento sonoro, grabado en 1924, lo podemos encontrar en la Biblioteca Digital Hispánica de la Biblioteca Nacional.

¡Cuántos secretos ha devorado el fuego a lo largo de los siglos! Si tuviéramos un espejo mágico que nos permitiera ver cómo fue lo que ya no existe, quedaríamos paralizados ante las maravillas que en el mundo existieron y que desaparecieron de la faz de la tierra y, por tanto, de la memoria de los seres humanos. En Madrid, tenemos un modesto ejemplo, el Real Alcázar.

La Alegoría de la villa de Madrid es un cuadro de grandes proporciones (2,60 m x 1,95 m) pintado por Francisco de Goya. Actualmente se encuentra en el Museo de Historia de Madrid. Pocos cuadros conocemos que hayan tenido que ser modificados tantas veces, no por falta de pericia del artista, que queda fuera de toda duda, sino por motivaciones políticas. 

Ramón de Mesonero Romanos, periodista y escritor madrileño del siglo XIX, es el autor de numerosos estudios históricos y artículos de costumbres sobre Madrid y sus madrileños. Por su labor de investigación, fue designado Cronista Mayor y Oficial de la Villa en 1864, título honorífico, vitalicio y no retribuido que se instauró con su nombramiento para destacar la labor especialmente dedicada de algunos investigadores sobre Madrid. 

Uno de los platos que define la gastronomía nacional es el cocido madrileño. Pocos guisos hay que hayan traspasado las fronteras locales con tanto éxito. Y se llama madrileño (ya desde el siglo XVII), porque en Madrid siempre se ha apreciado de forma especial, aunque los ingredientes con los que se cocina procedan de otros lugares. 

El chulapo de Madrid, cuya fama ha traspasado las fronteras de la villa y ha sido objeto de definición por parte de los diccionarios, es un tipo madrileño que aparece en las clases populares de la capital en el siglo XIX, y que según dice la Real Academia “afecta guapeza en el traje y modo de conducirse”.

El reloj de sobremesa denominado “La Música y la Astronomía” es uno de los relojes de la colección real que se encuentra ubicada en el Palacio Real de Madrid y que pertene a Patrimonio Nacional. Con casi dos metros y medio de alto, es un reloj de gran tamaño fabricado con lujosos materiales, concretamente mármol, porcelana, bronce, oro y metal. Data de 1797 y su autor es Manuel de Rivas. 

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